La marcha de Lionel Messi hace 2 años marcó el final definitivo de una era que es, sin duda, el mejor capítulo de los 100 años de historia del Barcelona.
Pero el declive ya estaba en marcha mucho antes de que el mejor jugador del mundo no tuviera más remedio que decir adiós.
Esta grave situación financiera en la que se encuentra el club se viene gestando desde hace años; la salida de Messi no ha hecho sino atraer la atención mundial sobre ella.
El escenario al que se enfrenta el Barcelona es bastante diferente: antes era un club arraigado en su antigua identidad de ser más que un club y dar ejemplo al resto del mundo de lo que significa no sólo jugar bien, sino también funcionar bien, y ahora se ha convertido en casi todo lo contrario.
Todo ello sin dejar de enarbolar con orgullo ese mismo lema del club, a pesar de sus fracasos recientes a la hora de cumplirlo.
En el Barcelona se han producido grandes cambios desde dentro hacia fuera. Lo que es más, aunque todo el mundo está al tanto de estos problemas financieros -con el club siendo el hazmerreír de la comunidad futbolística tras dos eliminaciones en la fase de grupos de la UCL en temporadas consecutivas- nadie parece conocer los detalles de todo ello.
¿Por qué el Barcelona, históricamente uno de los mejores clubes de fútbol del planeta, de repente no puede seguir el ritmo de sus rivales europeos? ¿Y por qué, a pesar de sus problemas económicos, sigue derrochando dinero en fichajes de la talla de Lewandowski, Raphinha, Kounde o Vitor Roque?
Si hay algo que se puede decir del Barcelona desde el punto de vista empresarial, es que una y otra vez ha demostrado al mundo que estaba equivocado.
Tienen un historial de salir victoriosos en los escenarios más improbables, y uno de esos momentos llegó en 2013 con el fichaje de Neymar.
En un momento dado, el Real Madrid estuvo a punto de hacerse con su fichaje por 149,8 millones de dólares. Pero finalmente, el brasileño se decantó por el Barcelona, y el resto es historia.
Sin embargo, el traspaso generó polémica. Los informes revelaron que, aunque el Barcelona pagó oficialmente sólo 56,9 millones de dólares, hubo muchos pagos no revelados que también ayudaron a cerrar el trato.
El entonces presidente del Barcelona, Sandro Rosell, negó cualquier irregularidad en el fichaje de Neymar. El club fue acusado de malversación de fondos y, para evitar más acusaciones y vergüenzas, Rosell dimitió.
¿Siguiente en la presidencia? Josep Maria Bartomeu.
Con la MSN al frente de un Barcelona nuevo y mejorado, el club cosecharía muchos éxitos.
Pero es casi como si los trofeos que siguieron eclipsaran todo lo que ocurría entre bastidores.
La sorprendente salida de Neymar del club en 2017 enviaría involuntariamente al Barcelona a una madriguera de la que a día de hoy todavía no ha salido. Aunque ganarían más de 242 millones de dólares por su negocio con el PSG, el club se quedó sin su segundo mejor jugador, y tenían que hacer algo al respecto.
Comenzaba así una nueva era, y el Barcelona se puso manos a la obra para buscar al sustituto de Neymar. Lo encontró en Ousmane Dembélé, comprado por unos 114,6 millones de dólares. Sólo 5 meses después, reforzó aún más la plantilla, fichando a Coutinho por más de 182 millones de dólares.
En las siguientes temporadas se gastaron muchos más millones en otros fichajes, pocos de los cuales estuvieron a la altura de su precio. Entre el dinero que se derrochaba en nuevos jugadores y las enormes extensiones de contrato que se concedían a algunos de los jugadores veteranos del club, como Messi, Alba y Busquets, los futuros problemas financieros del Barcelona fueron brotando poco a poco.
Jugadores como Coutinho, André Gomes, Yerry Mina y Lucas Digne tendrían dificultades para tener un impacto a largo plazo en el equipo y justificar sus fichajes, y todos acabarían siendo traspasados por menos de lo que costaron.
Esta es esencialmente la historia del Barcelona durante estas temporadas: malas contrataciones y mala gestión que, en última instancia, llevarían a un fracaso constante en la Liga de Campeones, una de las mayores vías de ingresos para los clubes europeos.
En resumen, el Barcelona ha estado gastando más de lo que gana, mucho más de hecho.
Lo que es importante entender es que los mejores clubes de fútbol del mundo gastan. No hay ningún debate ni problema al respecto. La idea de gastar dinero es conseguir nuevos jugadores de talento y, al mismo tiempo, retener a los que ya son importantes. Lo ideal es que estas inversiones se traduzcan en resultados sobre el terreno de juego y, en última instancia, en trofeos.
El problema del Barcelona es que, con todo el dinero que ha gastado, no ha podido traducirlo en gloria. Normalmente, tras un par de temporadas mediocres, cualquier club daría naturalmente un paso atrás y quizás jugaría el largo juego de la reconstrucción, como ha hecho el Arsenal en los últimos años.
Pero el Barcelona no parecía tener tiempo que perder.
Año tras año, su masa salarial seguía aumentando, y la pandemia de COVID-19 llegó para acabar con ellos de una vez por todas.
Muchos clubes pasaron apuros durante la pandemia, pero quizá ninguno más que el Barcelona. Sus gastos anteriores empezaban a resentirse y, como todos los demás, ya no podía depender de ingresos procedentes de fuentes como las ventas de los partidos gracias a los estadios vacíos.
En lo que sí podían confiar era en un intercambio de jugadores muy extraño con la Juventus. De repente, a finales de junio de 2020, se anunció que el Barcelona cambiaría a Arthur Melo por Miralem Pjanic. El traspaso no tenía absolutamente nada que ver con el fútbol, era simplemente un acuerdo que ayudaría a los blaugrana a equilibrar sus cuentas.
El Barcelona pagó 66 millones por Pjanic, la Juventus 80 por Arthur.
Antes del parón, los gigantes catalanes tenían 2 puntos de ventaja al frente de la tabla de la Liga. Por desgracia para ellos, el Real Madrid fue un equipo revitalizado tras la reanudación, y pasó a robarles el título, terminando con 5 puntos de ventaja.
La derrota por 8-2 contra el Bayern y la eliminación de la Liga de Campeones en cuartos de final tampoco ayudaron a mejorar el ambiente en el club.
A pesar de que el Barcelona convenció a varios de sus jugadores con más ingresos para que se bajaran el sueldo, el malestar en el seno del club era cada vez mayor, lo que tuvo mucho que ver con que Messi estuviera a punto de marcharse en agosto de 2020. Los aficionados también lo sintieron y pronto se inició un movimiento para que Bartomeu dimitiera de su presidencia de una vez por todas.
En un último acto para salvar la cara, Bartomeu anunció el compromiso del Barcelona con una inexistente Superliga, alegando que la competición ayudaría a las finanzas del club. Y luego dimitió.
El Barcelona se quedó sin presidente durante gran parte de la temporada 2020-21, hasta que el expresidente Joan Laporta asumió el cargo para iniciar su segundo mandato.
Parecía que por fin iba a empezar la sanación en el club, y Laporta incluso llegó a prometer a los aficionados que Messi ampliaría su contrato, que expiraba en verano de 2021.
Pero simplemente no se recuperaron económicamente a tiempo, y el argentino no tuvo más remedio que marcharse.
Ese mismo año, calcularon unas pérdidas de 617 millones de dólares, las peores jamás registradas por un club de fútbol. Su deuda total el año pasado fue aún peor: más de 1.300 millones de dólares.
Lo que se había ido gestando lentamente a lo largo de 4 o 5 años había tocado fondo. El Barcelona estaba oficialmente en crisis.
Pero de algún modo, de alguna manera, consiguieron fichar a jugadores de la talla de Robert Lewandowski, Raphinha y Jules Kounde el año pasado.
Aquí es donde entra en juego el "apalancamiento". En términos sencillos, una palanca económica es un medio de ganar dinero rápido mediante la venta de activos con el fin de aliviar las presiones financieras.
Laporta activó bastantes de estas palancas el verano pasado, lo que les permitió obtener fondos suficientes para realizar estos fichajes.
En total, se han recaudado más de 700 millones de dólares mediante la venta de activos del club, como los derechos de televisión y partes de sus negocios de producción y licencias. Un nuevo acuerdo con Spotify para poner el logotipo del servicio de streaming de música en sus equipaciones, así como el cambio de nombre de su estadio a "Spotify Camp Nou" también han sido cruciales.
Aunque las dificultades financieras del Barcelona continúan a medida que se acerca la temporada 2023-24, es justo decir que su situación ha mejorado algo.
Pero no podemos evitar sentir que ya podrían haber salido de esta crisis si hubieran jugado a largo plazo y resuelto sus finanzas de forma más orgánica. Sacrificar ese hambre de éxito rápido, y reconstruir desde cero, priorizando La Masía y dando a Xavi más control del crecimiento y la restauración de la identidad del club.
Por ahora, al Barcelona le queda camino por recorrer. Aunque ha sido a costa de su reputación, parece que saldrán de sus deudas. Queda por ver si volverán plenamente a sus viejas costumbres de fútbol bonito y a hacer honor a su lema "Mes Que Un Club".
Pero una cosa es segura: tarde o temprano, Barcelona volverá.
