Alex Morgan, Sam Kerr, Sophia Smith, Lieke Martens, Lucy Bronze, Alexia Putellas; éstas son sólo algunas de las grandes estrellas del deporte rey del momento.
Si está leyendo esto, estadísticamente hablando, es probable que esté mucho más familiarizado con el fútbol masculino. Pero si reconoces aunque solo sea uno de esos nombres, considéralo una prueba de lo lejos que ha llegado el fútbol femenino.
Es posible que conozcas estos nombres no sólo porque estas jugadoras se encuentran entre las mejores del mundo, sino porque gracias a un movimiento mundial en curso, el fútbol se está haciendo mucho más accesible, independientemente del género.
Durante décadas, las mujeres han luchado por situarse en el mapa en lo que respecta al deporte, y sólo en los últimos años estamos empezando a ver los frutos de sus esfuerzos. Las futbolistas son algo más que atletas que compiten, son embajadoras y líderes que buscan crear un cambio positivo en una sociedad dominada principalmente por hombres en todos los ámbitos.
En esta 16ª edición de nuestro boletín, echamos un vistazo al fútbol femenino, su reciente crecimiento y las razones por las que se está haciendo más popular, respaldado con datos y puntos clave.
Aunque sigue existiendo una brecha significativa entre las competiciones masculinas y femeninas, se ha ido acortando lenta pero inexorablemente con el paso del tiempo.
El nuevo reconocimiento del fútbol femenino puede atribuirse a varios factores, como los patrocinios, la mayor exposición mediática, las renovaciones de las competiciones existentes, el aumento de los ingresos y los éxitos sobre el terreno de juego y el talento genuino visible de las estrellas de hoy en día.
Echemos un vistazo a algunas estadísticas clave que realmente dan vida a este crecimiento. La siguiente información procede de un informe oficial de la FIFA, realizado este año.
Mientras tanto, la UEFA también ha publicado recientemente algunos datos dignos de mención. Según sus cálculos, en 2033 podría haber hasta 328 millones de aficionadas al fútbol femenino, lo que supondría un enorme aumento de los ingresos totales, que pasarían de los 116 millones actuales a entre 552 y 686 millones. De este total, 295 millones de euros procederían únicamente de los patrocinadores, un 427,5% más que los 69 millones actuales.
He aquí algunas estadísticas clave más aleatorias:
Podríamos seguir ofreciendo una lista interminable de datos y cifras que muestran los progresos que se están realizando en el mundo del fútbol femenino. La cuestión es que el cambio es real y se está produciendo en tiempo real. Cada vez son más las personas que se interesan por el fútbol femenino, y no sólo por lo que ocurre sobre el terreno de juego.
Pero, ¿a qué se deben exactamente estos repentinos aumentos de ingresos y la llegada de patrocinadores? Gran parte de ello puede atribuirse a los continuos movimientos que han tenido lugar en la última década.
Aquí hay que hacer una comparación importante. El fútbol masculino siempre ha dominado, eso es algo en lo que nadie puede estar en desacuerdo. No sólo es exponencialmente más popular y rentable que el femenino, sino que es el líder indiscutible de los ingresos deportivos independientemente del género.
Sin embargo, hay una gran diferencia. El fútbol masculino no necesita crecer. Seguramente seguirá creciendo, ya que hay muchos países que no dan necesariamente prioridad al deporte rey. Pero no necesita crecer porque ya está en la cima del reconocimiento y la popularidad.
Es un escenario diferente para una jugadora profesional, que practica el juego no sólo porque le encanta y tiene talento suficiente para alcanzar un alto nivel, sino que también lucha cada día por hacer crecer el juego y crear un espacio y un reconocimiento para el juego femenino en la sociedad.
En cierto modo, la futbolista profesional media juega por mucho más que su amor por el deporte. Juegan para impulsar su faceta deportiva; es todo un movimiento.
No existe tal movimiento en el fútbol masculino porque ya ocupan el primer puesto. No solo eso, sino que tampoco luchan contra el sexismo, la homofobia y la falta de igualdad en general a la misma escala que las mujeres.
Por lo tanto, se trata de algo más que de jugar al fútbol. Se trata de la inclusión en la esfera pública, concretamente en la esfera pública de los atletas, un espacio dominado principalmente por hombres en todos los deportes. Lo mismo ocurre con la NBA y el crecimiento constante de la WNBA en los últimos años.
La desigualdad de género en el deporte no es nada nuevo. Es lamentable que incluso sea un debate. Basta con echar un vistazo a la sección de comentarios de una publicación de Instagram sobre fútbol femenino de una página como 433 o BRFootball para darse cuenta de la magnitud del problema.
Independientemente de la política y de la opinión que se tenga sobre determinados temas, lo único que no debería ser objeto de disputa pública es que las mujeres no deberían ser menospreciadas y excluidas de la práctica del deporte que todos amamos.
No deberíamos comparar el nivel de destreza y las habilidades de hombres y mujeres cuando se trata de fútbol o de cualquier deporte como razón para restar importancia a su faceta y abogar por una brecha salarial y de popularidad. El aumento salarial debería decidirse únicamente en función de lo que las mujeres consiguen sobre el terreno de juego, no comparando sexos.
Bueno, desde luego sería difícil hablar del avance del fútbol femenino si dejáramos de lado los esfuerzos de la USWNT.
Han estado a la vanguardia del movimiento durante la mayor parte de la última década, y gracias a sus éxitos consecutivos en la Copa del Mundo, su argumento está aún más justificado.
Sin embargo, todavía hay quienes se niegan a pestañear ante los triunfos de estas mujeres sobre el terreno de juego. No es de extrañar, pues, que hayan tenido que esforzarse al máximo fuera del campo para ganarse el respeto que merecen.
Seamos sinceros: ¿cómo te sentirías si formaras parte de un equipo de ensueño que ganara el torneo más prestigioso dos veces seguidas, sólo para ser recibido por un odio aún mayor que el que había antes de ganar sólo por lo que representas?
La respuesta a su sorprendente derrota en octavos de final contra Suecia en la tanda de penaltis de hace unas semanas es aún más fea. Casi parece como si la USWNT no contara con el apoyo de Estados Unidos; es como si todo el mundo esperara y rezara para que tropezaran.
Resulta irónico que esto ocurra cuando uno se da cuenta de que las USWNT están luchando por lo mismo que cualquier otro equipo femenino; la única diferencia es que ellas han decidido asumir la responsabilidad de ser las más ruidosas al respecto.
España ganó merecidamente el torneo, pero independientemente de quién fuera el vencedor, la lucha contra la desigualdad y el sexismo no es menos válida porque Estados Unidos no pudiera sumar de tres en tres.
Por mucho que la USWNT haya desempeñado un papel enorme en los esfuerzos actuales por hacer crecer el fútbol femenino y crear un espacio para ellas en la sociedad, no han sido sólo ellas. Todas las personas implicadas en su juego, jugadoras o no, han sido clave.
Nombres como Asisat Oshoala (Nigeria), Leah Williamson (Inglaterra), Ada Hegerberg (Noruega) y Vivianne Miedema (Holanda) no son sólo futbolistas estrella, sino también notables activistas y embajadoras del cambio positivo.